lunes, 13 de septiembre de 2010

La acción no gubernamental como solución parcial

El Estado mexicano ha presentado un importante proceso de transformación en la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI, hemos pasado de ver un aparato estatal que se encargaba de “todo”, con mil y una instituciones que pretendían abarcar la mayor parte de las necesidades que sus ciudadanos tenían, a uno que se ha despojado de “todo” y ha dejado una importante cantidad de sus responsabilidades en manos de los ciudadanos como participantes privados. Dicho proceso de neoliberalización estatal puede observarse con claridad en la venta masiva de empresas, antes propiedad del Estado, a empresarios nacionales y extranjeros que en pocos años han amasado grandes capitales. 

¿Qué ha provocado dicho proceso neoliberalizador? Si bien es cierto que el Estado mexicano anterior al neoliberal actual no lograba abarcar con eficiencia las necesidades básicas de sus ciudadanos, garantizando el bienestar social de nuestra sociedad, con la transformación antes mencionada dicha tarea ha quedado solamente en los discursos y promesas políticas de cada sexenio, por ejemplo, las posibilidades de acceder a una vivienda digna ahora son todavía más remotas que hace 40 años o el ingresar a un empleo formal y bien remunerado son cada vez más lejanas a la realidad cotidiana de los que aquí habitamos.

La Ciudad de México tiene en su constitución y organización las huellas de dicho proceso económico y político, en algunas zonas  las necesidades acuciantes de alcantarillado, energía eléctrica, drenaje profundo, agua corriente, seguridad, espacios recreativos, etc. Queda cotidianamente para después, el gobierno del Distrito Federal se ve imposibilitado en definitiva para atender con eficiencia su responsabilidad. Por mostrar un caso ejemplar, podemos acudir a los habitantes de la Delegación Iztapalapa, entre otros muchos de zonas populares, mismos que nos pueden hablar con certeza de las cotidianas carencias en cuestión de agua potable o energía eléctrica.

¿Cómo atender, sin acudir a las instituciones estatales, la satisfacción de las necesidades principales que la vida urbana exige? Un caso emblemático es el mostrado por Arjun Appadurai cuando habla a cerca de La Alianza, organización ciudadana que tiene como sede la ciudad de Mumbai en la India, dedicada a facilitar el acceso a la vivienda para los habitantes de las barriadas más desfavorecidas de la zona; dicha “coalición” de organizaciones no gubernamentales (ONG´s) muestra, a los ojos de Appadurai, un avance considerable en el proceso de democratización hindú pues considera que los habitantes que se involucran en la construcción de sus moradas, superan las grandes trabas que representa la burocracia estatal y se hacen cargo de satisfacer sus propias necesidades. 

No podemos negar totalmente el éxito que en algunos casos, como La Alianza, puede tener el actuar de la sociedad civil organizada, incluso podríamos asegurar que la labor que muchas ONG´s realizan ha ayudado a transformar (para bien y lentamente ) la vida cotidiana de muchos grupos sociales tanto en las ciudades como fuera de ellas. Lo anterior no puede hacernos caer en un lecho de rosas que nos duerma en una ilusión y que desvíe la mirada de la escasez institucional que el Estado mexicano nos muestra con normalidad. 

Si bien es cierto que la organización de la sociedad civil puede ayudar a asumir un papel de mayor participación ciudadana, también es verdad que el camino de la conformación infinita de ONG´s (en 2004 había registradas alrededor de 20 000 en todo México) no resolverá problemas de origen de nuestra sociedad como el bajo nivel de involucramiento por parte de los ciudadanos en la vida pública de sus comunidades o los altos niveles de concentración de la riqueza. ¿Por qué podemos decir que la acción de las ONG´s no puede ser una solución por sí sola? Porque la conformación y el funcionamiento de éstas dependen de la misma estructura estatal, es decir, muchas de ellas sirven como “lavaderos de dinero” de políticos o traficantes, otras tantas responden a intereses políticos particulares, otras más son membretes, algunas limitan el ejercicio de su fuerza potencial para evitar caer de la gracias de determinados grupos de poder o para mantener los nexos que les dan la posibilidad de continuar funcionando.

Sería absurdo negar la importancia que tienen las acciones que llevan a cabo dichas organizaciones pero considero indispensable entenderlas como actores sociales que ejercen poder en medida de sus posibilidades, tienen ámbitos de acción muy particulares y de ninguna manera son ni serán instituciones que detenten un poder similar al del Estado y, por lo tanto, los esfuerzos más acomedidos deben ir orientados al refortalecimiento y la reestructuración del aparato estatal, posibilitando la paulatina atención de las necesidades básicas de los habitantes de nuestra ciudad.
 
Bibliografía:
  • Appadurai A., Deep Democracy, documento en línea: http://www.ucl.ac.uk/dpu-projects/drivers_urb_change/urb_governance/pdf_democ_empower/IIED_appadurai_demo.pdf, revisado el 14 de septiembre de 2010 a las 01:40

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