martes, 9 de noviembre de 2010

A manera de conclusión... fenómenos urbanos


En las últimas entregas de este espacio virtual de reflexión y análisis hemos hablado de diferentes fenómenos sociales que se pueden identificar en la Ciudad de México y otras urbes del mundo. Algunos de estos son la construcción del otro mediante la diferenciación establecida a través del miedo y la estigmatización de los sujetos, la construcción del espacio simbólico como mío o tuyo, el aprovechamiento, por parte de proyectos comunitarios, de las estructuras previamente conformadas socialmente, entre otras.

Para finalizar esta serie de entregas haremos una reflexión, utilizando las herramientas teóricas planteadas anteriormente, de los fenómenos mostrados en los filmes La zona, Ciudad de Dios y Tropa de Élite. Los tres largometrajes con los cuales se tratará en esta ocasión muestran problemáticas reales, ninguno de ellos es “ciencia ficción”, muy por el contrario se basan en situaciones que las sociedades brasileñas viven o vivieron.

Los procesos sociales como el planteado en Ciudad de Dios nos ayudan a observar la situación por la cual pasó una capa considerable de jóvenes brasileños mismos que se desarrollaron en un entorno de violencia, desatención y escases de oportunidades productivas de desarrollo humano. ¿Es exclusivo para el caso de Brasil o esto puede suceder incluso en nuestro país? Diría yo que ya está sucediendo en la capital mexicana y otros estados de la república, la situación de marginación y exclusión a la que millones de jóvenes, conocidos en recientes tiempos como ninis, están sometidos, se presenta como un perfecto caldo de cultivo para observar hoy en día, pandillas juveniles que se incorporan con consecuencias funestas a dinámicas de violencia generalizada y difícil de detener.

Lo anterior se encuentra completamente ligado a la ya mencionada estigmatización y construcción social del miedo, mismo que provoca la permanente desconfianza de casi cualquiera. Lo anterior se puede mostrar en las miles de cerradas, privadas y unidades habitacionales que han incrementado sus medidas de seguridad (muy similar a lo mostrado en La zona) hasta el grado de reducir la interacción cotidiana con los vecinos, dejando de lado la resolución pacífica de conflictos cotidianos. Considero importante en ello la intervención de los medios de comunicación, mismos que presentan situaciones y actores muy bien identificados, introduciendo así ideas de una urgente necesidad de protección casi esquizofrénica.

Ante situaciones como las mencionadas anteriormente las instituciones estatales deben diseñar desde su interior políticas adecuadas para prevenir, y en medida de lo posible, revertir las dinámicas de “ghettificación”, violencia y delimitación espacial. En el caso brasileño “el paradigma de seguridad se ha transformado completamente”[1], ha dejado de lado la intervención predominantemente violenta en las diferentes comunidades conflictivas (favelas) para echar mano del contacto con los integrantes de los barrios, estrategia tendiente a reducir la distancia entre la autoridad gubernamental y la ciudadanía además de promover la ocupación juvenil y la educación en la participación.

La incorporación de especialistas en el estudio cercano de los fenómenos sociales tratados en este blog debe procurar el conocimiento cercano en medida de lo posible, si bien es cierto que podemos recurrir a cientos, quizá miles de ejemplares bibliográficos que hablen al respecto, nada será mejor para formular propuestas concretas de acción que el acercamiento (cauteloso por obvias razones) a las comunidades en cuestión.

Bibliografía.
  • Plá R., La zona, México, 2007.
  • Meirelles F., Ciudad de Dios, Brasil, 2002.
  • Padilha J., Tropa de Elite, Brasil, 2007.

[1] En palabras expresadas en conferencia impartida por la dirección del Ministerio de Seguridad del Brasil.

Plantas en la ciudad


Los trabajos impulsados por la municipalidad de Rosario en Argentina muestran la orientación de todo un aparato gubernamental, la producción, venta y distribución de insumos como las leguminosas y otros productos extraídos del trabajo de la tierra por parte de los mismos pobladores de las zonas urbanas implican un posicionamiento particular por parte de las autoridades estatales. Incorporar a la agricultura urbana a gran escala a 10 mil familias desocupadas (según el planteamiento del programa) supone la construcción de una fuerza competidora para las grandes empresas agrícolas rurales así como para el resto de intermediarios de dicha cadena productiva.

En nuestra Ciudad de México, la delegación Iztapalapa ha impulsado la posibilidad de que las familias tengan en sus hogares algunas plantas de chile, acelga y jitomate, en una primera etapa y de calabaza, cilantro y rábano en una segunda. La gran diferencia que existe entre los dos proyectos es que el primero está orientado a la incorporación de familias en una cadena productiva completa, mientras que el segundo solamente invita a que los habitantes de Iztapalapa tengan plantas que produzcan insumos cotidianos del hogar, situación que quizá ya sucedía, agregando capacitación adecuada para cuidar y cultivar.

¿Es despreciable la iniciativa del gobierno delegacional de Iztapalapa? Por supuesto que no, muy por el contrario, ayudar a la creación de un hábito de autoconsumo es muy importante pero quizá deja de lado la cuestión del consumo en sí. Sería todavía mejor ayudar a concientizar a la población con respecto a los nocivos efectos del consumo de todo tipo de productos que a su vez se traducen en increíbles cantidades de basura que tarde cientos de años en descomponerse. Además la iniciativa de las autoridades delegaciones de Iztapalapa no toca la situación monopólica y de intermediación perversa que persiste en nuestra economía.

Proyectos como el del Colectivo Hierbabuena Urbana, muestran una orientación completamente distinta, no solamente se trata de producir a pequeña o mediana escala, sino de coadyuvar a la creación de una conciencia ambiental y de producción para el autoconsumo. La capacitación que dicho Colectivo facilita es en realidad muy diversa, abarca amplios grados de complejidad y en entrevista con los miembros de la organización pudimos percatarnos de ello.




 






La agricultura urbana tiene, desde mi perspectiva, diferentes bondades, primero, ayuda a la reocupación y rehabilitación de espacios con potencialidad productiva que anteriormente se encontraba “muertos”; segundo, puede aprovechar la antigua costumbre de tener plantas en casa dando un espacio de recreación, concientización y ocupación productiva.

Bibliografía:
  • Programa de Agricultura Urbana, Rosario, Argentina. Fuente electrónica: http://www.rosario.gov.ar/sitio/noticias/buscar.do?accion=verNoticia&id=13888
  • Diario Crónica, 24/04/10, versión electrónica: http://www.cronica.com.mx/nota.php?id_nota=502470
  • Colectivo Hierbabuena Urbana, fuente electrónica: http://www.facebook.com/#!/pages/Hierbabuena-Urbana/132092911356 

lunes, 8 de noviembre de 2010

Mejoramiento Integral Comunitario

Las condiciones de vida en las cuales subsisten los grupos sociales en ocasiones se ven desatendidas o deterioradas por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento o planeación adecuada para su uso y rehabilitación periódica. La mejor manera de trabajar para  recuperar o transformar las instalaciones de infraestructura urbana es el involucramiento de aquellos que las ocupan cotidianamente.

El trabajo realizado para el Mejoramiento de las comunidades de los Manantiales en El Salvador es un ejemplo que significó un amplio remozamiento de los espacios y servicios indispensables para la vida en sociedad. Un paso imprescindible para dar pie a cualquier tipo de trabajo tendiente al mejoramiento integral de un espacio habitacional es la regularización de la tenencia de la tierra, ello significó en Los Manantiales, la posibilidad de transformar a profundidad otro tipo de elementos que ayudarían a acondicionar y dignificar el entorno.

Cualquier tipo de adecuación física realizada habría terminado por resultar ineficiente con el paso del tiempo si no se llevaba a cabo de forma paralela la integración de la comunidad en un proceso de educación y reflexión al respecto. En el caso de Los Manantiales podemos destacar la formación de grupos de familias que trabajarían en jornadas de participación con miras en el mejoramiento de la zona que habitan.

Además, en la comunidad salvadoreña se trabajo en problemáticas que darán en a largo plazo resultados importantes para promover un mejoramiento integral de las condiciones de vida de los habitantes. Entre dichas problemáticas se encuentran las relacionadas con la salud y reproducción sexual, la ocupación de mujeres madres solteras y la educación de sus hijos, además de la inclusión de micro proyectos productivos para la comunidad. Todas las acciones emprendidas requirieron de la evaluación tanto interna como externa con el objetivo de procurar que dichas transformaciones se enriquecieran desde todas las perspectivas posibles.

Proyectos integrales de mejoramiento comunitario se aplican también en la Ciudad de México, muestra de ello es el implementado en la delegación Venustiano Carranza con el nombre de Programa de Mejoramiento Barrial Integral Romero Rubio, mismo que también fue seleccionada entre las buenas prácticas por el Concurso de Buenas Prácticas patrocinado en Dubai en el año 2000. Una característica que es imprescindible de ser mencionada es que en dicho programa se contó con la participación de 4 tipos distintos de organizaciones, gubernamental, no gubernamental, de base comunitaria e internacional, ello significa que existe la real posibilidad de llevar a cabo transformaciones importantes, duraderas y consensadas siempre y cuando se trabaje con actores involucrados en la cotidianeidad de la zona y especializados en estos tópicos.

 Plaza África, localizada en el centro de la Colonia Romero Rubio, Delegación Venustiano Carranza

Bibliografía: 
  • Proyecto Mejoramiento de las Comunidades de Los Manantiales, El Salvador
  • Proyecto de Mejoramiento Barrial Integral Romero Rubio, México, Distrito Federal. Versión electrónica: http://138.100.41.201/dubai/00/bp774.html

Resolución de problemáticas comunitarias


La resolución comunitaria y pacífica de conflictos de diversa índole resulta un objetivo complejo de alcanzar cuando los mecanismos sobre los cuales se trabaja rumbo a dicho fin son implantaciones extrañas en la dinámica de los grupos sociales. El trabajo realizado en Cape Town, Sudáfrica, para la formación los Comités de Paz salvó las problemáticas que implicarían la inserción de instituciones creadas sobre una base artificial, dejando la base socialmente construida misma que se puede observar en relaciones de amistad, parentesco y vecindad.

Un caso poco exitoso, hasta el momento, de intento por ayudar a la resolución de problemáticas observadas desde la cotidianeidad de los sujetos que habitan la ciudad es la reciente elección de de Comités Ciudadanos y Consejos de los pueblos en el Distrito Federal. El reto no se pudo alcanzar, la participación se ubicó entre un 7 y 8 % del padrón electoral local, algunos críticos al proceso lo señalan como un fracaso rotundo pues la cantidad de votantes es considerablemente reducida.

¿Por qué sucedió esto con la elección que podría “garantizar” mayor cercanía entre el representado y el representante? Considero que son varias las razones por la cuales el proceso electoral fue poco copioso: primero, dicho ejercicio carga con la importante deslegitimación de las instituciones construidas para dar cauce a la participación ciudadana y también de la práctica política en sí.  Segundo, los partidos políticos no cumplieron con la “promesa” (implícita por lo menos) de mantenerse al margen, metieron las manos en lo más hondo con el objetivo de colocar cuadros partidistas o afines en los espacios disputados, esto con la finalidad de someter a las autoridades delegacionales a riñas que pronto tendrán que atender.

Tercero, muchas de las zonas de la ciudad no requieren de la implantación de un mecanismo institucional como este, su dinámica interna da la posibilidad de mantener un diálogo legítimo con actores reconocidos y aprobados mayoritariamente, tendiendo al conocimiento cercano de las problemáticas que aquejan a los habitantes, mismos que también pueden plantear soluciones factibles y relativamente consensadas.

La organización ciudadana no debe presentarse en una línea descendente que implique la inserción de actores o dinámicas ajenas a los barrios, pueblos o colonias de nuestra ciudad, se pueden pensar y diseñar proyectos que aprovechen las estructuras preexistentes para conocer y solucionar problemas de manera pacífica y consensada. Es verdad que construir consenso nunca será sencillo, muy por el contrario resulta un proceso complejo, lento y en ocasiones poco esperanzador, la ventaja que se puede encontrar en dicho ejercicio político es que sus consecuencias tendrán efectos más positivos y duraderos en la comunidad que lo decida practicar.

Bibliografía:  
  • Community Peace Programme, Cape Town, Sudáfrica. 
  • Instituto Electoral del Distrito Federal, fuente electrónica: http://www.iedf.org.mx/sites/comites2010/index.php
  • Observación participante en el proceso de elección de los Comites Ciudadanos y Consejos de los Pueblos.